martes, 17 de abril de 2012


Entre lo mucho que, gracias a Internet, llega a mi buzón, os presento el siguiente cuento anónimo que vino sin título y con bastantes faltas de ortografía. Lo he leído con fruición. A vosotros llega corregido y con el título "EL AMOR Y LA RUTINA". (P. Félix Díez)
Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el odio que es el rey de los malos sentimientos, de los defectos y de las malas virtudes, convocó a todos ellos a una reunión urgente.
Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con la curiosidad de saber cuál era la intención del Odio.
Cuando estuvieron todos, habló el Odio y dijo:
- "Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien".
Los asistentes no se extrañaron pues el odio que estaba hablando siempre quiere matar a alguien. Sin embargo, todos en su interior se preguntaban quién sería tan difícil de matar para que el odio los reuniera a todos.
- ¡Quiero que maten al Amor!, dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues les caía mal a bastantes.
El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:
- "Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto. Provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará".
Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar la información del Mal Carácter quedaron muy decepcionados.
- "Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el amor la superaba y salía adelante".
Fue entonces cuando se ofreció la Ambición se ofreció muy presto y, haciendo alarde de su poder, dijo:
- "En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y el poder que le cautivarán".
Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quién efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.
Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir; y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.
Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros. Envió a la Frialdad, al Egoísmo, a la Indiferencia, a la Pobreza, a la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque, cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba. El Odio, convencido de que el Amor era invencible, dijo a los demás:
- "Nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos".
De pronto, de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido y que vestía todo de negro con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver; su aspecto era fúnebre como el de la muerte:
- "Yo mataré al Amor" dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ése que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido. El Odio dijo:
- "Ve y hazlo".
No había pasado mucho tiempo, cuando el odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles que, por fin, después de mucho esperar, EL AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló:
- "Ahí les entrego al Amor, totalmente muerto y destrozado" y sin decir más se marchó.
- ¡Espera!, dijo el Odio. - "En tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quién eres?".
El sentimiento descubrió y levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:
- SOY LA RUTINA.

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