Al sur de la frontera, al oeste del sol - Haruki Murakami
Como otras novelas de Haruki Murakami, también “Al sur de la frontera, al oeste del sol” habla sobre el amor, la adolescencia y la renuncia.

Hajime, hijo único de una familia de clase media, crece rodeado de niños con hermanos, por lo que su condición le provoca cierto alejamiento. A su clase llega una niña, Shimamoto, hija única también, con la que entabla una buena relación de amistad, pero cuando llega el momento de ir a la universidad, sus caminos se separan y pierden todo contacto.
Hajime experimenta los típicos cambios de la adolescencia y mantiene una relación iniciática y frustrante con Izumi, a la que abandona de manera brusca y causándole una seria depresión. Años después, ya casado y con dos hijas, dueño de un local de jazz, reencuentra a Shimamoto y redescubre los deseos y esperanzas de la adolescencia que dejó pasar. Parece decidido a abandonarlo todo para recuperar sus ilusiones perdidas, pero las circunstancias no serán sencillas.
El triángulo amoroso entre Hajime, su mujer y Shimamoto es un recurso conocido para los lectores habituales de Haruki Murakami. La indecisión que sufre el protagonista entre la estabilidad y la vida relativamente feliz que lleva con su mujer, y la excitación con aroma de añoranza que le trae Shimamoto es reflejada con la sutileza característica del autor. Murakami nos ofrece una galería de situaciones tensas, ambiguas y bellas: el lector se hace partícipe de las dudas de Hajime según él mismo las descubre. El final, también típico del escritor, nos aboca a una situación desesperada, trágica incluso, pero dolorosamente real.
Se echa en falta en esta novela cierta variedad de personajes, cierta frescura, puesto que sigue unos patrones habituales del autor japonés que, sin dejar de ser interesantes, comienzan a resultar repetitivos. Tanto en “Tokio blues” como en “Sputnik, mi amor” se ofrecen retratos de jóvenes que sufren procesos de maduración extraños y decisivos en su posterior edad adulta; también se establecen relaciones amorosas que marcan de forma decisiva e indeleble el carácter de los protagonistas (siempre hombres, por cierto); incluso la personalidad inestable de algunos de los personajes femeninos es repetida en estas novelas.
Aunque Murakami es un buen escritor, dotado de una singular habilidad para crear atmósferas perturbadoras y subyugantes, sería de agradecer una mayor variedad temática, un riesgo mayor a la hora de enfocar las tramas, como el que tomó con “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, sin duda, su mejor novela.