La caja fuerte
Cuento sobre la generosidad y el desprendimiento
Había
una vez un hombre sabio, gran matemático, al que en cierta ocasión un
hombre muy rico y muy avaro le pagó un gran tesoro por encontrar la
forma de obtener el máximo beneficio en todo lo que hiciera, pues su
gran sueño era llenar de oro y joyas una inmensa caja fuerte que había
fabricando él mismo.
El matemático estuvo encerrado durante meses
en su laboratorio; cuando pensaba que había encontrado la solución,
descubría errores en sus cálculos... y vuelta a empezar. Una noche
apareció en casa del hombre rico con una gran sonrisa en la cara: "¡lo
encontré!", le dijo, "mis cálculos son perfectos". El avaro, que al día
siguiente partía para un largo viaje y no tenía tiempo de escucharle, le
prometió el doble del oro si se quedaba a cargo de sus bienes poniendo
en práctica sus fórmulas. El matemático, entusiasmado por su
descubrimiento, aceptó encantado.
Cuando algunos meses después el
avaro regresó, encontró que no quedaba nada de sus antiguas posesiones.
Furioso, fue a pedir explicaciones al matemático, quien tranquilamente
le contó sus planes: había regalado todo a todo el mundo. El hombre rico
no podía creerlo, pero entonces el matemático le explicó:
-
Durante meses estuve analizando cómo puede un hombre conseguir el máximo
beneficio, pero siempre estaba limitado, porque un hombre sólo no puede
hacer mucho. Entonces comprendí que la clave era que fueran muchos los
que ayudaran a conseguirlo, y así fue como resultó que ayudar a todos
era la mejor forma de que cada vez más gente contribuyera a conseguir
nuestro propio beneficio.
Desengañado y furioso, el avaro se
marchó desesperado tras haber perdido todo por culpa de un loco. Pero
mientras caminaba cabizbajo y pensativo, varios vecinos corrieron a
preocuparse por él. Todos habían sido beneficiados cuando el matemático
repartió sus bienes, y se sentían tan honrados de poder ofrecer su casa y
todo lo suyo a alguien tan especial, que hasta discutían por poder
ayudarle. Durante los días siguientes, el avaro estuvo comprobando los
efectos de lo que había planeado el matemático: allá donde iba era
recibido con grandes honores, y todos se mostraban dispuestos a ayudarle
en cuanto estuviera en su mano. Y comprendió que su no tener nada le
había dado mucho más.
De esta forma, rápidamente pudo volver a
crear florecientes negocios, pero desde entonces, siguiendo el consejo
de su brillante matemático, ya no volvió a acumular sus riquezas en una
caja fuerte ni nada parecido. En su lugar, las repartía entre cientos de
amigos, cuyos corazones se convertían en la más segura, agradecida y
rebosante de las cajas fuertes.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
No hay comentarios:
Publicar un comentario