domingo, 13 de noviembre de 2011

IVAN EL SOÑADOR

..//.. Continuación

No te preocupes amigo, mis sueños no se acaban con este y tal vez algún día se hagan realidad, siendo tan verdaderos que tú también podrás participar de ellos. Vamos, anímate y ayúdame a recoger las ovejas que ya es tarde y pronto oscurecerá, además, parece que el tiempo ha cambiado y nos va a jugar una mala pasada, pues se ven unas nubes muy negras que avanzan rápidamente y que presagian tormenta.

En efecto, el cielo amenazaba lluvía y aquello sí era realidad, nó un sueño como los de Iván, recogieron las ovejas en un momento y echaron a andar hacía el pueblo, faltaba bastante camino hasta llegar a él y no había tiempo que perder.

No habian caminado largo trecho cuando empezó a caer una fuerte lluvia, llenándose el camino de grandes charcos y lodo. Los pies de Iván se hundían en aquel barro y Tifón se las veía en apuros para hacerse obedecer de las ovejas y no se apartaran del camino ya que podían extraviarse.

Estaban cansados y sus ropas mojadas, cuando de pronto Iván pareció divisar a lo lejos una luz y al acercarse un poco , pudo comprobar que se trataba de una vieja cabaña que estaba deshabitada hacía algún tiempo, y dirigiéndose a Tifón le dijo:

Mira Tifón un refugio, apresurémonos y podremos descansar y secarnos un poco al calor del fuego hasta que cese la tormenta, luego continuarémos camino hasta el pueblo. Nadie nos echará en falta ya que estamos solos.

Llegaron por fín a la puerta  de la cabaña y vieron que la luz que les había guiado era la de un candíl que estaba encima de la chimenea, llamó a la puerta, más nadie les contestó, volvió a insistir un poco más fuerte al mismo tiempo que gritaba.

¡ Ah de la casa! ¡No hay nadie! ¡ Por favor, abran!.

La puerta se fué abriendo lentamente y apareció en el umbral , un viejo con el pelo blanco y la barba crecida, con una vieja gorra en su cabeza y una pipa curvada en sus labios.

¿Que quieres muchacho? inquirió el viejo.

Me llamo Iván, señor y soy pastor, contestó el muchacho, nos ha cogido la tormenta de regreso al pueblo y al ver la luz , he pensado que podríamos guarecernos aquí hasta que cese, si es Vd. tan amable y nos deja pasar, se lo agradecería eternamente.

El viejo arrugó el ceño , no estaba acostumbrado a tener extraños en casa y se lo pensó antes de dar una contestación afirmativa, por fín respondió en tono seco.

Pasa y siéntate en esa alfombra al lado de la chimenea, las ovejas puedes dejarlas en el cobertizo que hay en el corral y el perro que entre contigo, pero que no ladre, no me gustan los ruidos.

Obedeció Iván en el acto y después de guarecer a las ovejas, se acercó al fuego para que se le secara la ropa. Al cabodel rato preguntó el muchacho:

¿ Cómo os llamais señor ?

Mi nombre es Sam, respondió el viejo.

..//...Continuará. 

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