miércoles, 28 de marzo de 2012

CUENTOS POLITICAMENTE CORRECTOS





LOS 3 CERDITOS

Había una vez tres cerditos que vivían
juntos en armonía y mutuo respeto
con el entorno que les rodeaba. Sirviéndose
de los materiales propios de la zona que
habitaban, se construyeron cada uno una hermosa
casa. Un cerdito se la construyó de paja, otro de madera
y el último de ladrillos fabricados a base de
estiércol, arcilla y zarcillos y posteriormente cocidos
en un pequeño horno. Al terminar, los tres cerditos
se sintieron satisfechos de su labor y siguieron
viviendo en paz e independencia.
Pero su idílica existencia no tardó en verse desbaratada.
Un día, pasó por allí un enorme lobo malo
con ideas expansionistas. Al ver a los cerditos, se sintió
sumamente hambriento, tanto desde un punto de
vista físico como ideológico. Cuando los cerditos
vieron al lobo, se refugiaron en la casa de paja. El
lobo corrió hasta ella y golpeó la puerta con los
nudillos, gritando:
-iCerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos respondieron:
-Tus tácticas de bandidaje no te servirán para
amedrentar a unos cerditos empeñados en la defensa
de su hogar y su cultura.
Pero el lobo se negaba a renunciar a lo que consideraba
su destino ineludible. En consecuencia, sopló
y sopló hasta derribar la casa de paja. Los cerditos,
atemorizados, corrieron a la casa de madera con el
lobo pisándoles los talones. El solar en el que se
había alzado la casa de paja fue adquirido por otros
lobos para organizar una plantación bananera.
Al llegar a la casa de madera, el lobo volvió a golpear
la puerta y gritó: .
-iCerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos gritaron a su vez:
-iVete al infierno, condenado tirano carnívoro e
imperialista!
Al oír aquello, el lobo se rió condescendientemente
para sus adentros. Pensó para sí: «Va a ser una
lástima que tengan que desaparecer, pero no se puede
interrumpir la marcha del progreso.»
A continuación, sopló y sopló hasta derribar la
casa de madera. Los cerditos huyeron a la casa de
ladrillo con el lobo pisándoles nuevamente los talones.
Al solar que había ocupado la casa de madera acudieron
otros lobos y fundaron una urbanización de
recreo en multipropiedad destinada a lobos en período
de vacaciones, diseñando cada unidad como una
reconstrucción en fibra de vidrio de la antigua casa de
madera e instalando tiendas de recuerdos típicos de la
localidad, clubes de submarinismo y delfinarios.
El lobo llegó a la casa de ladrillos y, una vez más,
comenzó a aporrear la puerta, gritando:
-iCerditos, cerditos, dejadme entrar!
Esta vez, y a modo de respuesta, los cerditos
entonaron cánticos de solidaridad y escribieron cartas
de protesta a las Naciones Unidas.
Para entonces, al lobo comenzaba a irritarle la
obcecación de los cerditos en su negativa a contemplar 
la situación desde una perspectiva carnívora, por
lo que sopló y resopló y volvió a soplar hasta que, de
repente, se aferró el pecho con las manos y se desplomó
muerto como consecuencia de un infarto producido
por el exceso de alimentos ricos en grasas.
Los tres cerditos celebraron el triunfo de la justicia
y realizaron una breve danza en torno al cadáver
del lobo. Su siguiente paso consistió en liberar sus
tierras. Reunieron a un ejército de cerditos que se
habían visto igualmente expulsados de sus propiedades
y, con su nueva brigada de porcinistas, atacaron la
urbanización con ametralladoras y lanzacohetes y
dieron muerte a los crueles opresores lobunos, transmitiendo
con ello un mensaje inequívoco al resto del
hemisferio de no entrometerse en sus asuntos internos.
A continuación, los cerditos fundaron un
modelo de democracia socialista dotado de educación
gratuita, un sistema universal de seguridad
social y viviendas asequibles para todos.



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